domingo, 29 de marzo de 2009

Templo Blanco


Hoy no atravieso el mismo bosque. Apenas lo reconozco. La niebla ha levantado,y el sendero ya no rezuma barro y agua. Hoy los árboles no recortan su maraña de ramas, como espinas, contra un cielo pálido. No veo troncos partidos, ni musgo sobre las piedras. No hay caminantes ni perros.
Estoy solo. La noche trajo una tormenta de nieve y hoy sale el sol a un cielo raso, azul entero. Se asoma a la inmensidad clara, convirtiéndola en brillante polvo de estrellas. Enormes abetos ceden al peso de la blancura.
Entonces, desde tiempos remotos, recupero tu imagen y pienso que esta debería ser tu casa.
Tú, testigo, espía de los vivos. Parecías inmóvil, y no eras sino un vagabundo errante buscando refugio. Te escondías. Si te miraban te herían, y escapabas deslizándote despacio, invisible, ofreciendo solamente los rizos de tu pelo, la espalda vencida.
Llegaste a mí mientras te ibas. Un instante me cruzé con tus ojos asustados, necios, puerta cerrada a un corazón cerrado.
Dama melancólica, si pudiese te daría este templo blanco, el hogar vacío y bello que persigues.
Aquí estarías bien, princesa esquiva, dejando huellas leves en este paraíso helado que todo lo cubre y todo lo calma, hasta tu vergüenza. Tu sombra danzando para siempre entre retículas de luz sobre la nieve pura.

jueves, 26 de marzo de 2009