Ángeles

En los desvanes y en las habitaciones de las abuelas se esconden estampas antiguas de ángeles guardianes, representados como criaturas benévolas que acompañan como sombras a los inocentes, sujetando su mano para que no caigan al vacío.
Más atractivas aún son las estatuas aladas que pueblan los cementerios. Desconchadas por el tiempo, parcheadas de musgo; con las manos cruzadas para la oración y la mirada vertida hacia dentro.
Pareciera que los ángeles hubieran sido creados para aligerar cargas y aliviar soledades de vivos y muertos.
Sin embargo, se han descrito bajo el mismo nombre mensajeros de la desgracia, poderosos monstruos, que más que guardas son carceleros, y más que dar consejos sabios, tienden a doblegar voluntades.
Os dejo con algunos de estos personajes fascinantes:


EL REBELDE (Baudelaire)

Un ángel fiero cae del cielo, como un águila,
del descreído empuña con fuerza el cabello
y dice, sacudiéndole: "Acatarás la regla!
(Porque soy tu ángel bueno, oyes?) Lo quiero!
Entiende que hay que amar, sin hacer remilgos,
al pobre, al contrahecho, al malo, al infeliz,
para que a Jesús cuando pase, puedas hacerle
con tu caridad un triunfal tapiz.
Esto es Amor! Antes de que tu alma se deprima,
en la gloria de Dios tu éxtasis reanima;
Ese es el verdadero placer, duradero, eterno!",
y el ángel que castiga cuando ama,
tortura al blasfemo con sus grandes puños;
mas el réprobo siempre responde: "No quiero!"


EL LENGUAJE DE LAS FUENTES (G. Martín Garzo)

"...[Algo parecido a un gemido, a una dificultad respiratoria, que siempre había percibido como asociado a la presencia de los ángeles. Era como si aquel medio, el terreno, no fuera el adecuado a su naturaleza, o como si la asunción de una forma corporal precisa les obligara a un esfuerzo terrible de adaptación]...[No podía soportar aquella proximidad infamante y, echando mano en un movimiento instintivo de una de sus herramientas, la blandió en el puño. El ángel se había levantado y sus ojos se encontraron con los suyos. José sintió que se le aflojaban las piernas, y tuvo que realizar un esfuerzo sobrehumano para mantener esa mirada. Porque tampoco el ángel, que sin duda consideraba ejecutada su misión tras entregar las hortalizas a María, deseaba permanecer más tiempo en ese lugar. Parecía sufrir tremendamente, como si no se hubiera cumplido por completo aquella metamorfosis y la asunción imperfecta de su nuevo estado fuera la causa de infinitos ajustes y cavilaciones. No se dignó hablar con él e hizo ademán de dirigirse a la puerta para salir. Pero José se interpuso para impedírselo. Tenía que darle una explicación o, en todo caso, prometerle que no volvería a interferir en sus vidas y que su marcha sería para siempre. El ángel se detuvo y con voz agónica le pidió que le dejara pasar. Utilizó su nombre, y unos segundos después añadió: -No quiero hacerte daño]..."

...[Una vez creyó ver a dos de ellos. Las sombras inmensas, tan altas como la tapia,y, aunque luego daría por falsa esa percepción, la presencia de tres extremidades a la altura del pecho. Otras les oyó. Sus voces profundas, el sonido terrible de su respiración, como si se estuvieran ahogando]...[Llegaba a presentir su llegada,que anunciaban con ciertos signos inconfundibles. Las alteraciones de losalimentos, cuyo sabor uniforme,dulzón,de materia descomponiéndose, le obligaban a escupirlos de la boca]...

...[Era como si se hubiera cansado de esperar, como si aquel sufrimiento relacionado con sus esfuerzos para asumir la figura y los hábitos del hombre, le hubieran hecho tomar la decisión de precipitar el desenlace de su misión]...[No eran siempre los mensajeros los enviados de la muerte?]...


EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO (J. Saramago)

...[porque los crímenes de los hombres buenos no tienen número y, al contrario de lo que se piensa, son los únicos que no pueden ser perdonados. Dijo María, Qué crimen ha cometido mi marido. Dijo el ángel, tú lo sabes, no quieras ser tan criminal como él]...[Perdónalo. Dijo el ángel, No soy ángel de perdones]...

...[como una aparición, la alta figura de Pastor, envuelto en aquel manto que parecía no tener fin, sosteniendo el cayado con el que podría, si lo levantase, tocar las nubes]...